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Las “Danzas Mundialeras” de la Sinfónica Universidad de Concepción octubre 22, 2009

Posted by Sergio in Crónicas de Conciertos.
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Llegamos al Séptimo Concierto de la Temporada Sinfónica del Teatro Universidad de Concepción rodeados del ambiente festivo provocado por el fin de semana largo y la inminente clasificación de nuestro país al Campeonato Mundial de Fútbol 2010. El ánimo era propicio para la audición de un programa de tono igualmente festivo, como el que nos esperaba; programa con clara orientación popular, en el que echamos en falta la habitual pieza de autor nacional.

Llamó nuestra atención el programa de mano, de producción habitualmente muy cuidada, que esta vez hizo gala de un tono pretendidamente publicitario, con una desconcertante invitación en portada que reza: “disfruta en vivo a tus grandes compositores” (me pregunto si habrán copiado y adaptado la frase de algún festival rock). Una vez acomodados y, como siempre, con tiempo para leer el habitualmente generoso texto, nos encontramos con otra sorpresa: el formato ya físicamente reducido de la edición resulta gravemente recortado por la composición y, en beneficio de elementos gráficos que poco o nada aportan a la presentación, las habitualmente valiosas Notas al Programa escritas por Felipe Elgueta Frontier se ven reducidas a un mínimo espacio, con caracteres pequeñísimos y en letra cursiva, lo que en la semipenumbra de la sala hace casi imposible su lectura. Otro tanto ocurre con lo que debería ser el centro de atención del programa de mano: el programa mismo del concierto, pues figuran en grandes caracteres los títulos a interpretar y no se consignan los movimientos de las piezas (!).

Pasando a la audición misma, el director invitado, maestro Víctor Hugo Toro, atacó con pasión la Obertura de ‘Ruslan y Ludmila’, ejecución brillante que arrancó entusiastas aplausos de la concurrencia, abriéndonos auspiciosas expectativas para lo que venía a continuación. La segunda pieza del programa refrendó esta apreciación inicial. En el Concierto Nº1 para violín de Bruch, los contrastes entre los tempi enérgicos y los pasajes de romántico lirismo fueron conducidos con cuidada precisión. Por su parte, el concertino Freddy Varela hizo gala de su virtuosismo, en una ejecución apasionada, como es su sello personal. Debemos destacar el cometido de la sección de cuerdas en el segundo movimiento, en el que se logró imprimir ese color sutil y etéreo que la obra requiere; sin duda, uno de los puntos altos del concierto.

En el acostumbrado intermedio, nos enteramos del triunfo de nuestra selección de fútbol y su clasificación al próximo Campeonato Mundial, lo que encendió los ánimos de la concurrencia y del propio director, quien salió a escena a saludar con un gesto de victoria recibido con entusiasmo por el público. De este modo, las Danzas eslavas arrancaron con particular pasión. La ejecución de la obra central del concierto fue impecable. Los cambios dinámicos, los ritardandi y las particularidades rítmicas fueron controlados con firmeza y precisión, pero sin perder frescura y espontaneidad. Una vez más, se hizo notar el cuidado y detallado trabajo de dirección, puesto en cada una de las secciones de la orquesta, que se desempeñaron con una pulcritud superior a la habitual.

A la salida, nos esperaba la última sorpresa de la velada, con la euforia desatada en las calles de la hinchada futbolística, que de demostración de alegría pasó sin transición a vandalismo y que nos llevó a buscar refugio en un local alejado del centro para poder comentar el concierto junto a una copa de buen vino.

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